jueves, 4 de septiembre de 2014

Gente que me inspira #4 - Elena


A Elena la conocí en la facultad, no recuerdo bien si fue en una clase o en los pasillos, lo que sí sé es que nuestro encuentro se dio como si nos conociéramos de siempre. Es una persona abierta, simpática, dinámica, alegre, optimista, buena onda que no le tiene miedo a lo desconocido.

Es una chica imán de gente interesante. Se conoce con todos, en su casa recibe azafatas que viajan por el mundo, acompaña a extranjeros a recorrer la ciudad y siempre está en contacto con alguna persona que le aporta anécdotas e historias de vida para contar. Y lo cierto es que resulta muy agradable estar con ella. Las relaciones con los otros se dan con mucha fluidez y naturalidad porque es una persona muy cálida. Tuvo una relación muy cercana con su abuelo, que la acompañó, mimó y cuidó en los momentos más importantes de su vida. De ahí, me parece, saca la ternura con la que se expresa.

¿Por qué la elegí? Porque se animó a perseguir sus sueños, a crear su propio camino. Es hija de diplomáticos. Sabe cuatro idiomas: español, inglés, alemán y ruso, chupate esa mandarina.  Rompió con la tradición familiar de ser diplomática para estudiar Comunicación social en la UBA. Y en su tiempo libre es directora de banda de percusiones. Se animó a llenar su vida y su casa de música. Ahora, está transitando un proceso de auto conocimiento, razón por la cual creo que nos acercamos aún más. Consciente, responsable y humilde pasó de una infancia mental a un presente corporal y en sintonía con sus emociones. Todo un logro.

Elen es una mujer maravillosa, llena de vida y dulzura, y para mí es un honor ser su amiga. Gracias por las todas las charlas de pasillo en la facultad, por las meriendas y mateadas compartidas, por la escucha, la compañía, y sobre todo, por mantener esta bella amistad a la distancia como si viviéramos a tres pasos.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Domingos de ideas disparatadas

Con mi marido, tenemos un día en el que nos permitimos tener las ideas más disparatadas. 

La única consigna es no tirar abajo la idea del otro con ningún comentario. 

Sólo hay que dejarla volar. 

¿Qué pasaría si no hubiera impedimentos para la idea? 
¿Cómo la haríamos? 
¿A qué cosas le prestaríamos atención? 
¿Si contáramos con todo el capital necesario para llevarla a cabo?
¿De qué nos encantaría trabajar?

Para mí es un ejercicio maravilloso, un juego en el que como una nena, me invento emprendimientos como si fueran historias fantásticas. 

Es el permitido de ingenuidad de la semana...
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