domingo, 26 de octubre de 2014

Tomar decisiones


Solía postergar hasta el final la toma de decisiones para que el "destino" o alguien con mayor confianza decidiera por mí. Y por no elegir lo que quería para mi propia vida, casi siempre, me quedaba sin el pan y sin la torta.

Tomar decisiones creo que tiene que ver con ser consciente de tus límites, de tu autoridad energética, de qué es lo que sentís, de quién sos. Y como yo no tenía muy claro ninguna de esas, me dejaba llevar.

Mis no elecciones me llevaron a un escenario en el que venía trabajando sin cobrar (porque no podía elegir un valor) y haciendo más de lo que realmente podía (porque no podía elegir cuándo parar). Por ejemplo, en un momento, estaba con tres líneas de trabajo abiertas (a falta de poder elegir una sola) y una amiga me ofreció una más completamente distinta y acepté sabiendo que no era lo que realmente quería hacer. Era un trabajo a comisión con muy pocas expectativas de ingreso. Lo que quería decir otro trabajo más gratis. Mi amiga se entusiasmó, empezó a decidir por mí mis horarios y mis días, y ahí me di cuenta que no podía seguir así.

Si trabajaba de más eso quería decir que iba a cambiar una dependencia por la otra: iba perder mi tiempo de ocio (la razón por la cual mandé a mi hija a la escuela), mi tiempo de realización personal (la actividad con la que fluyo y me siento más cómoda, mi emprendimiento de asesorías en comunicación) y mi flexibilidad de horarios.

Me tomó un día reconocer que lo que realmente quería hacer era decir "no". Hete aquí, que el día anterior me enteré que mi amiga había tenido unos problemas en el trabajo y que le había renunciado una de sus empleadas. Y yo pensé, sí, podría ayudarla si me lo pide, pero ¿a qué costo? Realmente, me iba a angustiar, a frustrar, hasta enojar si seguía adelante con eso.

Ya había visto suficientes películas en las que el personaje principal no se anima a decir la verdad de lo que siente por miedo a lastimar al otro y se termina enredando y complicando al cuete. Termina haciendo la gran checoslovaka. Por eso, tomé la determinación y me animé a decirle que ahora no quería dedicarme a eso. Ella aceptó muy respetuosamente mi decisión. Podría haberse enojado también. Y era una posibilidad, pero ya no puedo estar actuando a partir de cómo pienso que van a reaccionar los demás, lo hice toda la vida y ya no quiero más. Si se enojan se enojan, mi enojo es tan válido como el de los demás.

"Cuando le decís "sí" a los demás, asegurate de no estar diciendote "no" a vos mismo"


Fuente de la imagen


Y todo esto vino a cuento de ¿por qué le tengo tanto miedo a tomar decisiones? Y me di cuenta que no me gusta equivocarme. Quiero que todo me salga bien, y quiero que me salga bien de una. 

Así que voy a tomar estas reflexiones como una invitación a equivocarme, a aprobar mis decisiones independientemente de lo que surja, a aceptar mis errores, a desdramatizar mis actos. Es lo que es y punto. Justo acabo de leer algo que se relaciona con esto: "puede haber felicidad en el error o insatisfacción en cada objetivo alcanzado. Depende de uno".

Mi desafío de comodidad es aprender a equivocarme y experimentar con lo que surja! Soltar pretensiones y expectativas para permitirme la sorpresa. 

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