El año nuevo empezó con una limpieza de placard.
Está bueno deshacerse de lo que ya no se usa, no sólo porque liberás espacio, también porque lo podés regalar a alguien que lo necesite. Aprendí tarde que si tenés una remera que no usaste en el año, la tenés que regalar! No sirve de nada acumular cosas.
El año nuevo también empezó con una lección de asado.
Sí, suele ser una tarea de hombre, pero es algo que siempre me intrigó mucho. Pedí que me enseñaran a hacer un buen asado, con todos los tips. No es sólo prender el fuego y poner la carne arriba. Hay que saber prender el fuego y mantenerlo, hay fuegos que contribuyen al sabor de la carne como los de leña, el carbón de quebracho conviene al de eucalipto que se apaga más rápido. Y la carne conviene salarla después de darla vuelta, se la puede hidratar con salmuera o limón.
El año nuevo siguió con un juego.
Los reyes nos trajeron el TEG para jugar en familia. Cualquier excusa que reúna y entretenga vale la pena mantener como costumbre. De a poquito voy a ir adquiriendo una variedad de juegos de mesa para sacar como comodín algún día que pinte tranquilo.
El año nuevo sigue con un deporte.
Decidí retomar las clases de natación y no puedo explicar lo bien que me hacen sentir. No hay como nadar tranquila al aire libre, con el sol de la mañana y sumergirse en una coordinación . Es un espacio que me permite liberar y canalizar las energías.
El año nuevo siempre trae aires de renovación. Para algunos chiquitas, como las que mencioné recién, para otros, más grandes. Lo importante es mantenerse en movimiento. Como dice Lewis Carroll, si te querés quedar en el mismo lugar tenés que correr todo el tiempo!
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