Yo quería que nuestra cocina se pareciera a aquella otra cocina que mi madre llenaba con su presencia perezosa desde bien temprano. Quería que fuera el tipo de cocina donde se come, se hacen los deberes, se escucha la radio, una cocina con ese olor que aplaca el hambre y sirve de consuelo. Un lugar que pareciera haber existido siempre. No me daba cuenta de que sólo para el adulto los espacios son antiguos o recientes; en la memoria de los niños muy chicos, todo se convierte en familiar y personal de manera inmediata.
La frase la encontré hoy en este blog y es del libro Lo que me queda por vivir, de Elvira Lindo.
1 comentario:
me parecio hermoso
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