sábado, 16 de junio de 2012
No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad
Esta frase de García Márquez me hace acordar a la filosofía de mi abuela. Cada vez que alguno de sus hijos se enfermaba, ella les compraba todos los remedios que le indicaban los doctores, pero no se los daba de una. Primero, les preguntaba qué les gustaría que le regalen, así, una tontera, algo que les hiciera feliz, para olvidarse de que se sentían mal. Un autito, una revista, galletitas caseras acompañados de muchos mimos y atenciones. Si hacía falta, también les daba el remedio, pero lo más importante era que pensaran en otra cosa. Y es una técnica que funciona y que me gustaría que siga pasando las generaciones.
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1 comentario:
me re gusta.. me vendría bien eso
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