jueves, 24 de abril de 2014

Ahora sí

Hija empezó a treparse por los cuadraditos de soga que hay en las plazas. Al principio, apenas les prestaba atención. Tenía amiguitos que subían y bajaban como si nada, y a ella, no se le movía un pelo. Prefería la hamaca o hacer tortitas de arena. Hace unas semanas, viene mirando a los chicos subirse a la soga. La vi mirando varias veces. Hubo aproximaciones breves y esporádicas. Y cuando decidió subir subió, después de casi un año de plaza. Lo mismo pasó con el sube y baja. Antes lo miraba de lejos, quizás atinaba a subirse pero si alguien osaba elevarla empezaba a llorar. Así que ella iba, se sentaba, y se iba. O ponía arena y veía cómo caía. Ayer, por primera vez, me llamó para que fuéramos al sube y baja para que subiéramos y bajáramos juntas.

Cuento esto porque estoy llena de alegría: hizo algo que antes no le salía y con sólo dos años y medio cambió una creencia de sí misma. De decir "no puedo" pasó al "puedo". La vi superar un límite, confiar en ella misma y animarse a más. Sola, sin incentivo de mi parte. Además, hizo las cosas a su ritmo, jamás la forcé a que hiciera algo que no quisiera (alguna que otra vez le abré insistido, por entusiasmo nomás). Cada niño tiene sus tiempos, sus gustos e inclinaciones. Veo que otros nenes de la misma edad hacen piruetas de equilibrio y se tiran sin miedo de cualquier lado. Obviamente, quiero lo mejor para ella, y que pueda vencer sus propios miedos sola y rápido y sin sufrimiento. Tengo la expectativa de que se pueda tirar sola del tobogán todavía, pero después pienso en esto, y me doy cuenta que ella ya es única y maravillosa así como es. Sí, quiero lo mejor para ella, mas ni siquiera sé qué es lo mejor para mí. Entonces dejo ser. Y tener la posibilidad y el privilegio de sentarme a mirarla, simplemente mirarla, para ver qué aspectos afloran de su personalidad es algo mágico.

Lo interesante de los chicos es que de primera mano, no usan las cosas como las usan o esperan los adultos. Las exploran, las observan, experimentan, juegan, y luego, de a poco, por elección, imitación e indicación, se las apropian. El que primero tengan la posibilidad y la libertad de dar vuelta las cosas de arriba a abajo, para mí, es uno de los mayores regalos que se le puede hacer a los chicos.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...